Puerta de desempleo

El 85% de las personas con discapacidad están desempleadas. La falta de acceso a un empleo digno no solo afecta a esta población, sino al desarrollo del país. Además las barreras a las que se enfrentan tiene un impacto en su salud mental.

“Vemos la discapacidad como algo ajeno, pero es algo que nos puede pasar a todos”, comenta Edgar Carrillo, quien tiene discapacidad visual. En 2012, su vida dio un giro de 180 grados. Una complicación en los nervios de ambos ojos le causó ceguera completa.

Su pasión por la química lo llevó a estudiar en la universidad ingeniería química. A lo largo de los años obtuvo diferentes empleos, pero lo que más le gustaba era el control de calidad, ya sea de alimentos o de farmaceúticos. “Desde que adquirí la discapacidad ya no puedo trabajar de eso. Porque es algo muy visual”.

Dejar su pasión no fue el único obstáculo que enfrentó. Cuando adquirió la discapacidad pasó tres años sin trabajar porque estaba en un proceso de rehabilitación. “En el Comité de Pro-Ciegos me enseñaron todo lo que necesitaba para ser autónomo”. Entre ello se encuentra, usar el bastón, braille y cómo hacer las actividades cotidianas de una manera diferente.

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de las personas con discapacidad están desempleadas

El censo de 2018 realizado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) reveló que hay 1.4 millones de guatemaltecos con discapacidad y de acuerdo con el Consejo Nacional para las Personas con Discapacidad (Conadi) el 85% de las personas con discapacidad están desempleadas. Esto no solo tiene un impacto económico en la sociedad, sino también psicológico.

“En ese tiempo dependía por completo de mi familia. Fue muy difícil porque yo siempre he sido una persona muy independiente”, relata Edgar. También, resalta que la búsqueda de empleo es complicada para todos los guatemaltecos, pero esta aumenta para alguien con discapacidad. “Uno sigue teniendo responsabilidades y pagos que hacer. Cuando uno se presenta solo ven la discapacidad, no nos ven como personas. Uno se frustra y se deprime”.

“No darles visibilidad a las personas con discapacidad hace que sus familiares les brinden apoyo económico sin esperar que en algún momento puedan insertarse y ser agentes productivos”, declara David Casasola, investigador en temas económicos del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN). Esto crea un círculo de la pobreza: “Si una persona de escasos recursos adquiere o nace con una discapacidad y no tienen los medios para tratarla se vuelve aún más pobre, porque no puede trabajar”, explica Allan Rousselin, director del trabajo social del Comité Pro-Ciegos y Sordos de Guatemala.

De acuerdo con el Banco Mundial excluir a estas personas afecta entre el 4 y 7% del Producto Interno Bruto (PIB). Al igual, hay que sumarle que se erosiona la base tributaria y cuando se necesitan recursos para financiar políticas públicas no se tiene el presupuesto requerido para hacerlo. “Esto hace que se hagan reformas y se cobren más impuestos a quienes ya los pagan", explica Casasola.

La falta de oportunidades representa un freno para todo el país. “No contar con el trabajo de estas personas para aumentar la capacidad de bienes y servicios representa una desventaja en el desarrollo social y económico”, declara Luis Linares, exministro de trabajo. El vacío que existe en las políticas públicas hace que las personas que trabajan por cuenta propia se enfrenten a condiciones inadecuadas. “No se pueden desenvolver con facilidad, entonces muchos se ven empujados a la mendicidad”. Además el experto resalta que no es posible establecer con claridad el impacto por medio de estadísticas porque no se le da la cobertura necesaria a este tema.

Impacto psicológico

“Tocar de puerta en puerta y que siempre se las cierren causa desilusión de no poder alcanzar la meta de trabajar y también afecta saber que el rechazo es por tener una discapacidad”, declara Gloria Carrera, psicopedagoga. Para evitar que las personas tengan un episodio depresivo o sufran de ansiedad la experta recomienda que mientras se encuentran desempleadas busquen una actividad ocupacional.

Encontrar una nueva pasión fue clave para la recuperación anímica de Edgar. “Rendirme no era una opción. Cuando vi que el Comité realiza una carrera pensé cómo no voy a participar en algo que es para nosotros”, comenta.

En 2015 fue la primera vez que Edgar participó en la Carrera de Luz y de Sonido, desde entonces no se pierde ni una. “Empecé corriendo y después probé nadar y hacer bicicleta, fue una experiencia increíble hacer triatlón”. Esto lo empoderó y lo motivó a continuar con la vida y a buscar empleo. Esto fue clave para recuperar su motivación y reincorporarse en el mundo laboral. Actualmente trabaja en el Comité de Pro-Ciegos, en la sección de audiolibros.

Sin embargo, esta estrategia no siempre lleva a la persona a conseguir un empleo formal. “Aunque es importante que encuentren un pasatiempo que los motive, muchas veces esto se traduce a un gasto más porque no generan ingresos”, agrega Carrera.

Sofía Estrada tiene discapacidad motora y es usuaria de silla de ruedas. “Me la pasaba en internet buscando empleo, pero no encontraba”. Por tres años esa fue su rutina, pero cuando se presentaba a las entrevistas o informaba que tiene discapacidad la rechazaban. Frustración y desilusión era lo que sentía cada vez que una puerta se cerraba.

Un año más tarde de desistir a la búsqueda de trabajo emprendió un nuevo camino. “Un día mi mamá me dijo que con tantas experiencias podría escribir un libro que inspirara a los demás”. En 2018, puso manos a la obra y escribió sus primeros borradores, cinco años más tarde logró encontrar una editorial y ahora es una autora publicada, pero se enfrenta con el nuevo desafío de encontrar espacios en donde vender su libro.

Un elemento clave para retomar la motivación y no darse por vencida fue el acompañamiento psicológico. “Desde que estoy en tercero primaria voy con la psicóloga, incluso he recibido ayuda psiquiátrica”. Sin embargo, no todos tienen acceso a estos recursos. “Cada uno expresa la frustración diferente, pero puede que algunos los lleve a aislarse y eso los puede deprimir”, explica Carrera.

Por el momento, Sofía, depende del apoyo económico de sus padres. “Las personas con discapacidad son mucho más propensas a tener que depender de nuestras familias. Tanto económico como emocional. Es duro de aceptar”, reconoce.

De acuerdo con Karla Sinay, monitora del área de inclusión laboral del Instituto Neurológico, el desempleo afecta el autoestima porque las personas no se sienten útiles. Al igual, miran a los demás trabajar, pero ellos no tienen oportunidades y también sienten la presión social.

“Como cualquier otra persona, quienes tienen discapacidad y buscan empleo después de graduarse y no encuentran se frustran. Porque buscan ser de ayuda para su hogar”, Explica Sofía Evertz, psicóloga. Para evitar que se desarrollen sentimientos depresivos la experta recomienda encontrar un pasatiempo como un deporte o algo que los inspire. Además, resalta que ser parte de una red de apoyo, ya sea organización o un grupo de personas con quienes congenian.

El Centro de Capacitación Ocupacional (CCO) es un espacio ubicado en zona 5 de la ciudad capital, en donde jóvenes con discapacidad intelectual entre 14 y 18 años pueden recibir diferentes cursos avalados por el Intecap. “Nos convertimos en un segundo hogar. Los chicos que ya se graduaron regresan a pedirnos ayuda en la búsqueda de empleo. Los guíamos en cómo hacer su CV y los ponemos en la base de datos, pero no es fácil que los reciban”, explica Nancy Flores, terapista laboral.

Ángel Monrroy es un joven de 23 años con discapacidad intelectual y es exalumno de CCO. “Tengo bonitos recuerdos de acá. Nos apoyamos entre todos y el profe Jorge me enseñó a cómo hacer bien mi trabajo”, comenta. Ahora, el centro se convirtió en un espacio para generar ingresos. “Cuando tengo libre vengo a lavar los carros de las maestras. Aquí dejo todos mis materiales”.

Al graduarse, Ángel encontró empleo en un hotel como conserje, pero por la pandemia lo perdió y ahora se desenvuelve en la economía informal en un lavado de autos. “Gano menos que antes. Yo quiero trabajar para ayudar a mi mamá”. Su hermana mayor lo apoya en ordenar y conseguir la papelería que solicitan las empresas y forma parte de la base de datos de CCO, pero no ha tenido suerte. “Mi sueño es trabajar limpiando en una empresa”.

Barreras por derribar

A los 17 años Pahola Solano sufrió un accidente automovilístico que la dejó cuadrapléjica. Después de esto necesita el apoyo de su familia para hacer todas las actividades. “Dependía de los demás para hacer cosas básicas como peinarme”, explica. En ese momento estudiaba secretariado, pero una parte importante de la carrera es escribir a máquina, esto la llevó a abandonar ese sueño.

Sin embargo, tenía un pensamiento constante: “Yo no me voy a quedar así. Esta no va a ser mi vida”. Con su determinación y la terapia intensiva que recibió por dos años logró recuperar el movimiento de sus brazos y ser usuaria de silla de ruedas. Luego de esto ingresó a estudiar Bachillerato en Ciencias y Letras por madurez.

Al recibir su diploma dio un paso aún más lejos e ingresó a la Universidad de San Carlos de Guatemala, en donde estudió la Licenciatura en Derecho y una maestría en Derechos Humanos. Pero, esto conllevó enfrentar nuevos desafíos. “Las primeras barreras que uno enfrenta son arquitectónicas y actitudinales”.

La Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad define a las barreras como impedimentos para una participación plena, efectiva en la sociedad y con igualdad de condiciones con las demás.

Las barreras actitudinales hacen que las personas se vean obligas a depender de quienes la rodean, esto invierte el papel, en lugar de que la sociedad sea adecuada para todos las personas con discapacidad, debe acoplarse a ella. “Tienen una dependencia con el cuidador para poder satisfacer sus necesidades y esto conlleva que no tengan las herramientas que necesitan para participar en la sociedad”, explica Carrera.

De acuerdo con la experta, las consecuencias de esto es que su calidad de vida disminuye, genera escasa participación como ciudadanos y sobre todo atenta contra la dignidad de la persona con discapacidad. “Es difícil llegar a un lugar y ver que no está hecho para que todos podamos movernos o usar el baño”, menciona Pahola.

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